Sangre de goleador es de esos libros que puede gustar a lectores muy diversos. Incluso a los poco lectores. No es difícil de leer pero no por eso es vacío o intrascendente. Al contrario.
El autor reproduce el relato de un chico que desgrana recuerdos y vivencias, miedos y sufrimientos. Y, aunque el protagonista juega al fútbol y ha logrado el éxito, la narración mantiene la contención.
La portada posterior resume el argumento y ese tono alejado de los focos:
Sócrates Solano va en un avión rumbo a Holanda. Durante el viaje, este joven futbolista empieza a tejer con sus recuerdos una historia conmovedora que relata las tremendas dificultades que deben enfrentar aquellos que sueñan con ser estrellas de este deporte.
La cara que vemos del futbolista es precisamente la que se esconde detrás de lo que se muestra en el espectáculo de los partidos; la lucha, la inclemencia de la competencia, el estar lejos de casa, el enfrentar vicios y círculos cerrados que no siempre responden al talento y al esfuerzo. Aquí empieza también la historia de una amistad que le muestra al lector los profundos lazos que se hacen en las concentraciones deportivas.
En medio de la ansiedad de todos, de los comentarios de «…esos periodistas que día a día convierten en semidiós a un jugador y luego lo destruyen a punta de críticas…», de la presión y de la vida de cada uno de los personajes, el lector se sumerge en una narración bien lograda que nos acerca a la realidad del fútbol colombiano. Esta, como todo lo que pasa en el país, no deja de estar profundamente influenciada e incluso viciada por la guerra, por la problemática social y por la política.
Lo que más valoro de esta narración es esa mirada lejos de los falsos brillos de un mundo que (como muchos) muestra solo los escenarios preparados para el entretenimiento de las masas, que sacrifica nuevos mercenarios y rápidamente destierra y olvida a los anteriores. Hablamos del fútbol, pero podría ser cualquier deporte, o la canción o el cine o los realities.
Desde la escritura en presente, se mira al pasado y se reflexiona sobre lo que pasó y lo que pudo pasar. Sobre los errores propios:
Y corrí a celebrarlo en la tribuna, a restregárselo en la cara al público, hazañoso, aguajero y burlón, con los brazos abiertos como un redentor antes de ser crucificado…
Sobre aquello que algunos llaman la vida y sus aprendizajes:
En Buenos Aires aprendí dos cosas: a recibir el balón de espaldas al arco y a reconocer que había mejores jugadores que yo. Lo primero es fruto de un largo entrenamiento y de repetir movimientos una y otra vez. Lo segundo no es fácil aceptarlo…
Ese tono me ha gustado. Más allá del típico diario, Sócrates desde el presente:
Ahora, cuando el avión ha levantado vuelo, trato de precisar en mi memoria el inicio de este mágico viaje que me llevará hasta esa ciudad desconocida que nunca había presentido, y menos ubicado, en el mapa de mi destino.
pone en orden sus recuerdos. Los desgrana. Nos los presenta. Como haría con un amigo a quien no quiere fascinar ni embaucar, solo desea eso:
El cúmulo de acontecimientos se ha concentrado como una tormenta que dispensa rayos y centellas pero también una lluvia bienhechora. Y yo me he bañado en ese aguacero y me he conmovido con el estrépito de los truenos. […] Con los ojos cerrados intento ordenar este rollo que todavía no acaba…
La génesis de esta historia la sitúa en autor en este artículo de la HJCK:
El origen de este libro es una deuda que yo tenía con mis amigos que jugaron fútbol en algún momento…, es una exaltación a la amistad y sobre todo me planteé demostrar, y efectivamente lo he conseguido, que muchos jóvenes se apasionan por la literatura si los temas están muy cercanos a ellos.
Llevo ya mucho tiempo leyendo los libros de Zona Libre y siempre encuentro títulos que me sorprenden gratamente, que me muestran caminos sin transitar, propuestas lectoras arriesgadas, diferentes y que pueden llegar a un gran público. Aquí mismo ya hemos hablado de El mar y la serpiente, Los ojos del perro siberiano o La noche del polizón.
Obviamente me gustan las historias que cuentan, me interesan sus protagonistas, a menudo se quedan haciéndome compañía y regreso a una parte de sus vidas buscando entre sus páginas una anécdota, una frase que no anoté en mi acces. Pero hay algo mucho más grande que me gusta de estos autores y que de nuevo he encontrado en Badrán: su escritura. Esa manera de narrar madura, profunda y diversa que me motiva a subrayar, que me provoca la relectura…
Por eso mi agradecimiento a Paula Bombara, a Antonio Santana, a Andrea Ferrari y a Pedro Badrán en representación de esa literatura juvenil mejicana, colombiana, chilena, argentina…, que me apasiona.
Badrán, Pedro (2014): Sangre de goleador. Bogotá: Norma.
La Biblioteca digital de Bogotá presenta a Pedro Badrán:
Pedro Badrán Padauí (Magangué, 1960). Escritor, periodista, guionista y catedrático universitario, ha desarrollado una obra literaria que abarca cuentos y novelas breves como “Lecciones de vértigo” y “El día de la mudanza”. Se destacan también otras novelas como “Un cadáver en la mesa es mala educación” y “La pasión de Policarpa”. Estas obras y su libro de cuentos “Simulacros de amor” y “Hotel Bellavista y otros cuentos” lo sitúan entre los escritores destacados de su generación.
Y este articulo de Wilfredo Esteban Vega Bedoya analiza una parte de su obra.