La página web que la editorial ha creado para este relato dice:
«Un pequeño colegio al sur de la Alameda está en toma y todo parece haber cambiado: las salas de clase, el patio y hasta los mismos alumnos, que parecen ser otros cuando se ven enfrentados a los desafíos de la movilización estudiantil.
Entre ellos, está Nicolás, el mejor arquero del equipo de fútbol, que se aburre en las largas asambleas y escribe en su cuaderno un diario de la toma.
Mientras el colegio está en ebullición, desde la casona vecina, alguien mira.
En mayo de 2006 cientos de estudiantes secundarios chilenos salieron a las calles a marchar y también tomaron sus colegios en señal de protesta. Reclamaban contra la Ley de Educación, contra la desigualdad y contra el lucro que en Chile se hace con la educación. Se le llamó la Revolución de los Pingüinos.
En 2011, la revolución estudiantil en Chile, encabezada por los universitarios y por una serie de carismáticos líderes, saltó a las portadas de la prensa mundial. Cuatro de aquellos dirigentes hoy son los diputados más jóvenes del Congreso Nacional.
Esta historia, ficticia, está inspirada libremente en esos acontecimientos.»
¿Es esta la nueva temática que va a triunfar después de las distopias? ¿Vuelve con fuerza la realidad al relato juvenil?
No lo sabemos. Tal vez es la consecuencia lógica: pasar de relatos como Los juegos del hambre, Delirium o Enlazados a otros como La tumba de Aurora K, El mar y la serpiente, Juegos inocentes juegos, Los ojos del perro siberiano o Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea que, aunque no han tenido el éxito mediático de los primeros, afortunadamente, sí que han gozado de un éxito posiblemente más silencioso pero igual de importante.
Ahora, aquí tenemos Al sur de la Alameda, un libro escrito por Lola Larra e ilustrado por Vicente Reinamontes que me ha fascinado. Por muchas razones.
El tráiler del libro nos sitúa en su inicio, nos presenta al protagonista y las razones que le llevaron a formar parte de un asunto que poco tenía que ver con él:
Narra una historia en dos niveles: el del texto, reproduce el diario que escribió Nicolás durante los días que duró el encierro de los estudiantes en su colegio; el de la ilustración, nos traslada a una casa, a unos prismáticos, a unos recuerdos, a otros momentos muy parecidos a los actuales. Un doble relato superpuesto que vimos en Maravillas de Brian Selznick (Madrid: SM y Barcelona: Cruïlla) y que aquí se enriquece.
Se propone una lectura desde lenguajes múltiples, una mirada reflexiva a la realidad política y social desde las vivencias de dos generaciones, un relato sencillo y profundo que describe y reflexiona sobre lo que significa ser una ciudadano crítico.
Es difícil conseguir un estilo sencillo, fresco, próximo a lo que “podría ser” la manera de escribir de un adolescente listo. Que sabe mezclar la descripción, la conversación, la narración desde la mirada de alguien que “acaba de llegar” y mira con una cierta curiosidad, sin demasiado entusiasmo, un observador que deja pasar los días pero que tampoco pone trabas al aprendizaje o el cambio:
Siete días.
Siete días pueden cambiarte.
Creo que ahí está el máximo acierto de este relato. En la elección de una voz narrativa tan parecida a la de muchos jóvenes que se mueven entre el móvil, el gimnasio o la peluquería, a los que posiblemente no les interesa «la realidad» porque no la han mirado.
¡Bienvenidas estas propuestas! Ojalá creen nuevos modelos en los que aparezca esa realidad de cada día que nos gustaría mejorar.
Larra, Lola (2014): Al sur de la Alameda. Diario de una toma. Barcelona: Ediciones Ekaré.