Un público alejado del género afirmaría que los cuentos de Perrault fueron creados como narraciones infantiles y escritos para divertir a los pequeños de la familia. El mismo público podría creer que Enric Valor escribió las rondalles para las escuelas y que estas las acogieron como lectura de aula, entre otras razones, porque descubren la geografía valenciana a través de un vocabulario y un estilo poco habitual en la actualidad. En este trabajo sobre la obra de Valor se analizan los cambios que han sufrido los 36 esqueletos narrativos en cien años de historia: básicamente, desde que Enric Valor los escuchó cuando era pequeño hasta que un niño o un adolescente valenciano los lee o los escucha leer en casa o en la escuela.
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